De una simiente el tiempo se desdice y arranca de su cuerpo el fruto sano, dejando el corazón en suelo vano y la esperanza flotando sobre el viento ajeno. El todo de la nada es invisible, la nada no es el todo de ninguno, el mundo es el vacío de mi vida, y mi vida se encuentra en el vacío de mi sino. No hay nada ni nadie que recite versos que hieren la razón que abruma, despojada de llantos, que no esperan miedos ni mentiras, si no claridad saciada, al final calmada con lo poco que el mañana le adeuda