Al principio del viaje hay un abismo en frente, lo inmenso de lo que nos espera, el recorrido entero. Alegría e inocencia del devenir es sin embargo lo que aporta el viajero en su grado cero: todo potencia, punto álgido de la creatividad. Necesitamos, además el pequeño empujón del instinto, el inconsciente es en este instante ese pequeño perrillo que nos anima a dar el primer paso. El perro irá creciendo a lo largo de los arcanos, en un viaje irreversible al interior y la conciencia del inconsciente. Por eso el loco se eleva, se arquea hacia el cielo sobre cumbres heladas: porque su alegre decisión es plena conexión con el Espíritu.